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¿Cómo crear un vínculo de apego saludable?

Cuando nace tu bebé, puede que sientas un amor intenso y un fuerte deseo de protegerlo. ¡Es normal! Como madres el vínculo que creas con tu bebé desde que esta en tu vientre es una experiencia única.Para ti y tú pareja lo importante es acostumbrarse a la llegada del bebé; estar cerca de él, hablarle, sujetarlo y abrazarlo. Esto hará que el bebé desde un comienzo tenga un buen plano emocional, físico y mental.
Probablemente has oído hablar de la importancia del contacto piel con piel, que se produce cuando mantienes a tu bebé solo con el pañal contra tu pecho desnudo, el contacto inmediato durante la primera hora tras el parto, lo maravilloso que es para tu bebé el calmarse o tranquilizarse, con el contacto de piel (amamantar).
El contacto piel con piel también tiene otros beneficios para tu bebé, como regular su ritmo cardíaco y respiración, mantenerlo a la temperatura perfecta y ayudar a mantener unos niveles de azúcar en sangre saludables. Esta relación emocional tan especial y única que se establece entre él o la bebé y quienes le cuidan se llama vínculo de apego.
No todos los vínculos de apego son iguales, dependerá de cómo sean las relaciones que vayan estableciéndose entre el o la bebé y quienes le cuidan cotidianamente.
La formación de un vínculo de apego adecuado durante la infancia es la base de un desarrollo emocional equilibrado y le ayudará a establecer relaciones positivas con los demás y a afrontar con mayor o menor seguridad los retos que le aguardan a lo largo de su vida.
Existen distintos tipos de apego y es nuestra responsabilidad como padres crear un vínculo sano con nuestros hijos.
  • Apego seguro: los padres tienen la capacidad de responder adecuadamente a las necesidades de protección y autonomía que presentan los menores. Saben qué necesitan sus hijos en cada momento. Saben cuando hay que parar o dejarlos ser por si solos. Tienen la habilidad de conectar con las necesidades del niño y, posteriormente, dan una respuesta sensible y proporcionada a la necesidad mostrada por el menor.
  • Apego inseguro de tipo evitativo: las madres y los padres se caracterizan por no atender las necesidades emocionales de sus hijos. Cuando sus hijos manifiestan miedo, rabia o tristeza, habitualmente los padres ignoran o minimizan dichas emociones. Para ellos, mostrar emociones es sinónimo de debilidad.
  • Apego inseguro de tipo ansioso ambivalente: hay un excesivo miedo a la separación y el abandono. El motivo es porque las respuestas de los padres son muy variables y cambiantes, motivo por el cual generan mucha ansiedad en los menores. Son papás y mamás que fomentan excesivamente la protección y descuidan el crecimiento y la autonomía del menor.
  • Apego desorientado: no aportan ni la protección ni la autonomía que necesitan sus hijos. Son madres y padres con grandes dificultades para conectar con sus necesidades y muy probablemente con trastornos como depresión, trastornos de personalidad, trastorno bipolar, esquizofrenia, etc. Las personas encargadas de proteger a los hijos provocan terror y desprotección al niño. 
El vínculo de apego se crea desde los primeros meses de vida.
No se crea de forma automática; se va estableciendo poco a poco gracias a las relaciones cotidianas entre el bebé y las personas que le cuidan.
Pero recuerda que las relaciones de apego van cambiando. La intensidad del vínculo es la misma, pero se manifiesta de manera diferente. Tu hijo se va convirtiendo en una persona con una identidad más clara, con una forma de ser que se va perfilando cada vez más y cada vez se vuelven más independientes.
 
Recuerda que disfrutar de un apego seguro ayuda a tener una vida saludable.

 

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